Ayer me junte con una amiga nueva, mami de un niño con síndrome de Down, en un restaurante infantil.
Llegamos temprano así que nuestros niños eran los únicos en el área de juegos, y subían y bajaban sin problema alguno.
De rato empezaron a llegar otras mamás y hasta abuelos con sus respectivos niños y de pronto oías gritos por todos lados, bueno ustedes saben a lo que me refiero.
Y saben qué? Elías y Eva jugaron super bien con todos los niños que estaban ahí, con cada uno de ellos, todos de diferentes edades.
Escuche que les preguntaron sus nombres, y el de Eva lo entendieron muy bien, y el de Elías no, pero se referían como el hermano de Eva.
Uno de ellos se acerco a decirme porque Elías lloraba: resulta que estaban jugando a atrapar, y era el turno de Elías y como no los alcanzaba lloró. Me dio mucha ternura, como que no entendía el tampoco por que el llanto de Elías.
Ninguno me pregunto ¿por qué no hablan? o ¿por qué se ven diferentes? simplemente jugaron y jugaron.
Volteaba a ver a las mamás y me sonreían.
Incluso Elías piso a uno de ellos y lloró, y fue con su mamá y la mamá le dijo: fue un accidente! no pasa nada!
Yo me sentía como en un mundo de en sueño, duramos fácilmente casi 4 horas y media, no me quería ir, y cuando Elías y Eva se despidieron de los niños, una de ella le dijo a Eva: nos vemos mañana para jugar otra vez? La mamá de la niña sonrió y yo casi que aguante la lágrima, mi corazón se derritió.
Así que hoy desde el fondo de mi corazón quiero agradecer a cada una de las mamás de niños sin discapacidad, por permitir que sus hijos jueguen con los míos, porque al no preguntar nada los niños me doy cuenta que los niños han sido educados de una manera que aceptan a todos sin importar diferencias, ni una mirada extraña, ni una risa de burla, niños jugando simplemente.
Así se construye un mundo mejor, gracias a ustedes.