Los que tenemos el idioma ‘español’ escuchamos mucho sobre Ma.Victoria Troncoso, pero quisiera empezar todo este tema de la lectura con algo de historia, hoy quiero pláticarles de Sue Buckley y Leslie Duffen.
Sue Buckley escribió:
En 1980, comencé a investigar las habilidades mentales de los niños con síndrome de Down en Portsmouth, después de haber recibido una carta de un padre, Leslie Duffen, describiendo cómo había descubierto que su hija Sarah podía comenzar a aprender a leer a la edad de tres años. Sarah nació con síndrome de Down. A la edad de tres, apenas empezaba a imitar y usar palabras sencillas en su lenguaje. Leslie le enseñó a Sarah a leer en las tarjetas las palabras que él quería que ella pudiera usar en su lenguaje y observó que ella comenzaba a usar las palabras que había aprendido en la forma impresa mucho más rápido que aquellas palabras que había experimentado en la forma hablada.
Cuando Leslie me escribió en 1979, Sarah tenía doce años de edad. Tenía un buen lenguaje, leía y escribía al nivel de su edad y había sido educada en una escuela local regular. Había recibido toda su educación, menos un año, en escuelas regulares y se consideraba excepcionalmente capaz para una niña con síndrome de Down. Leslie se sentía seguro que el progreso excepcional de su hija había sido el resultado de haberle enseñado a leer a temprana edad y que otros niños pudieran recibir ayuda de igual forma.
La carta de Leslie fue sorprendente e intrigante. Su experiencia con Sarah sugería que niños pre-escolares con síndrome de Down podían aprender a leer y que la lectura podía ser un acceso al lenguaje hablado para estos niños. En 1979, muchos profesionales creían que los niños con síndrome de Down no eran capaces de aprender a leer del todo y se había realizado poca investigación en cuanto a los motivos sobre las dificultades del lenguaje hablado, aún cuando esto se encontraba bien documentado en esa fecha. Se esperaba que los niños con síndrome de Down comenzarán a hablar tarde, pronunciando de una palabra a dos palabras a los cinco o seis años. Muy pocos progresaron más alla de las “palabras claves” o el habla telegráfica, aún siendo adultos, apenas utilizando la gramática más simple que los niños con crecimiento normal utilizan a los tres o cuatro años de edad. Debido a que Sarah había sobrepasado estas expectativas, verdaderamente pensamos que las observaciones de Leslie garantizaban una investigación adicional.
Con la autorización de la Asociación Nacional del Síndrome de Down pudimos designar una maestra y establecer un estudio de investigación para iniciar la investigación de estas hipótesis. Seguimos el progreso experimental de quince niños, entre dos y cuatro años de edad, durante tres años a la vez que recibían de nosotros un programa regular de enseñanza.
Joanna, la primera niña que intentamos enseñar a leer en 1980, aprendió treinta palabras teniendo dos años y medio de edad. (¡Ésto lo tenemos documentado en video para los escépticos!) Era evidente que las observaciones de Leslie con Sarah muy bien se podrían aplicar a otros niños con síndrome de Down y la Fundación Joseph Rowntree acordó respaldar nuestro trabajo un año más, con la condición que hicieramos un video y comenzaramos a diseminar nuestro trabajo a maestros y padres, lo cual hicimos.
En el proyecto de investigación de 1980, grabamos el progreso de los niños en su lectura y aunque inicialmente estabamos bastante sorprendidos por la velocidad y precisión de su rendimiento (según se ilustra claramente en la grabación de video de Joanna que mencionamos anteriormente) estabamos aún más sorprendidos por algunos de los errores que comenzamos a observar.
Esperabamos que los niños hicieran errores visuales, es decir confundir palabras que parecían similares tales como cabello y lluvia o cuadrado y casa. Estos son los tipos de errores observados en el rendimiento temprano de todos los lectores principiantes cuando se les enseña en este tipo de forma de “ver y decir” y lo encontramos en el rendimiento de nuestros niños.
No anticipamos el otro tipo de error consistente que observamos cuando los niños estaban leyendo palabras sencillas, el error en la semántica. Aquí la palabra que el niño dice tiene el mismo significado del que está viendo, pero visualmente no son similares. Por ejemplo, el niño ve la palabra impresa cerrar y dice cerrado o mira la palabra muelle y dice barco. Estos errores en la semántica nos alentaron por dos motivos.
Primero, sugerían que los niños definitivamente estaban descifrando el texto impreso para obtener el significado y no simplemente “diciendo, por decir” en una forma sin sentido, como algunos de nuestros críticos sugirieron. Estaban leyendo palabras sencillas en tarjetas, por lo tanto no tenían claves disponibles para los significados, tales como dibujos o el resto de una oración. Debieron de haber descifrado la palabra impresa para obtener el significado y luego haber pensado en la palabra que estaba relacionada con el significado de la palabra en la tarjeta.
Segundo, los errores demostraron que el cerebro podía ir directamente del texto impreso al significado, sin cambiar la imagen visual de la palabra a su forma hablada primero y entonces accesando el significado. En 1982, teóricos de la lectura aún estaban discutiendo sobre si el cerebro en desarrollo podía realmente hacer esto, ya que errores de semántica solamente habían sido observados en la lectura de adultos con daño cerebral descritos como “dislexia severa”. Nuestros niños demostraban que podían y nuestros videos fueron una gran conmoción en aquella época. Los primeros ejemplos publicados de niños sin impedimentos con errores de semántica en la lectura fueron reportados en 1986.
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