Cada vez que respiramos, 20% de lo que inhalamos es oxígeno.
La oxidación es un proceso sin el cual no podríamos vivir.
¿Qué es el Estrés Oxidativo?
El cuerpo humano se encarga de mantener un balance constante, la pérdida de este balance genera un exceso de formas activas de oxígeno que conduce al llamado estrés oxidativo, donde el ataque oxidativo supera las defensas antioxidantes, debido a un aumento en los radicales libres y/o una disminución en los antioxidantes. Con el tiempo, este desajuste en el equilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes puede dañar nuestros tejidos.
Numerosas investigaciones han demostrado una contundente influencia del estrés oxidativo en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer, Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica y diversos trastornos del sistema nervioso.
En un estudio llevado a cabo por la Universidad de Wisconsin-Madison, los investigadores encontraron, a partir de un análisis sobre muestras de tejidos, que las conexiones entre las células del cerebro en las personas con Síndrome de Down presentaban una menor comunicación entre sí y también la presencia de más genes diseñados para responder al estrés oxidativo.
Este hallazgo sugiere que estas células vienen lidiando a través de toda su vida (desde la concepción) con dicho estrés, que podría además contribuir a la muerte de las neuronas o aumentar la susceptibilidad a la enfermedad de Alzheimer (hable de eso aquí)
La obesidad, el sedentarismo crónico y el estrés oxidativo vienen siendo foco de estudio desde hace tiempo, señalados como algunos de los principales factores responsables de la merma en la calidad de vida de las personas con síndrome de Down.
Aunque todavía queda mucho por investigar, se cree que la presencia de material genético adicional hallado en la población con Síndrome de Down podría conducir a alteraciones en el sistema inmune y a una mayor susceptibilidad a ciertas enfermedades como el Alzheimer, la leucemia, convulsiones, cataratas, problemas respiratorios y cardíacos y conducir al envejecimiento prematuro. Es decir que los adultos con Síndrome de Down a menudo se encuentran con los primeros síntomas del Alzheimer alrededor de los 40 años de edad, mientras que en la población general no suelen evidenciarse hasta finales de los 60.
A nivel preventivo, los tres cuidados fundamentales apuntan a mantener una dieta saludable, realizar regularmente ejercicio físico moderado y llevar adelante controles de salud regulares.
Se aconseja además una alimentación rica en vitaminas C y E, ß-caroteno y coenzima Q, que son los más famosos antioxidantes, así como aceites vegetales de primera calidad, germen de trigo, frutas (especialmente las rojas), verduras (especialmente zanahoria, remolacha, brocoli y palta), legumbres, algas (espirulina), frutas secas y semillas.